El modelo de hombría instalado por generaciones ha incluido la imagen de un ser fuerte, valiente, poco emocional y con apetito sexual constante.
A la conformación del arquetipo masculino han contribuido la historia, las creencias familiares, los contextos sociales y la pornografía, mostrando la imagen del hombre con pene gigante, cuerpo muy definido, y capaz de largos y exitosos encuentros sexuales.
Este tipo de patrones ha calado en la mente de hombres y mujeres creando estándares que algunas veces no coinciden con la realidad, empujando a las personas -y en ocasiones a sus parejas- al abismo de la inconformidad y la frustración.
“Es triste que por tantas décadas, a hombres y mujeres, nos siga acompañando este fantasma de películas irreales que no aportan nada a la vida sana, ni a nada sano que tenga que ver con la sexualidad”, aseveró en diálogo con Infobae la doctora Jenny Marques, integrante de la Junta Norteamericana de Sexología.
De acuerdo con el Estudio Internacional de Autoestima, Placer y Sexualidad realizado por la especialista, casi el 65% de los hombres piensa en el tamaño de su pene y su rendimiento sexual a la hora de tener un encuentro íntimo, lo cual puede convertirse en una fuente de estrés en la cama.
Los datos recabado por Marques, conocida en las redes como @HolaSexologa, indican que al menos el 80% de los varones cambiarían el tamaño de su pene, querrían un cuerpo atlético y les gustaría durar más en sus encuentros íntimos.
“Es un dato que nos habla de la presión gigante que existe sobre los hombres al momento de la intimidad sexual, de la literal desnudez. Se cree que el hombre no piensa en eso, que es un pene erecto ambulante y eso no es cierto. El hombre también va a la cama con miedo a recibir supervisión de su rendimiento”, aseguró la especialista.
EYACULACIÓN PRECOZ Y DISFUNCIÓN
La eyaculación precoz es otro de las preocupaciones de los caballeros a la hora de tener relaciones sexuales. El 83% de los encuestados manifestó haber presentado alguna disfunción de este tipo en la cama con una frecuencia intermedia o alta, y casi el 73% dijo haber perdido la erección al momento de penetrar.
“Esto viene a ratificar que es absolutamente normal que situaciones así se presenten en la vida masculina y que el hombre tiene que incorporarlo como algo que puede pasar, sin que eso siga afectando su ego o su masculinidad. Por el contrario lo invita a entender su sexualidad, su funcionamiento”, explicó Marques.
La sexualidad es un espacio de disfrute, goce y placer. Su buen desenvolvimiento le dan al cuerpo dosis de hormonas de la felicidad que se necesitan. Sin embargo, una mala experiencia puede marcar el camino para que cada nuevo encuentro sea un escenario de estrés y tensión que termina convirtiéndose en un problema instalado en la conducta.
LA COMUNICACIÓN VARONIL
Uno de los factores que se suma para complicar el manejo de este tipo de situaciones en la vida de los hombres es el de la dificultad de comunicar lo que ocurre.
“Es muy raro escuchar un hombre que te diga que tiene miedo de hacer algo, si viene a terapia por algún tema sobre su sexualidad no siempre lo dicen directamente sino que en algún punto lo mencionan o comienzan a dar luces, o dicen frases como ‘es que me siento inseguro’, o ‘no me siento cómodo’”, añadió.
Para Marques, en sociedades como las nuestras, en lugar de ser soporte “en estas situaciones se tiende al chiste o la burla y eso no ayuda. El hombre tiene una emocionalidad mucho más vulnerable de lo que la sociedad cree”.
De acuerdo con la especialista, fortalecer vínculos de amistad sanos y confiables permite generar espacios de contención en los que se pueden iniciar este tipo de conversaciones sin sentirse juzgado. También es importante acudir a un terapeuta que allane el camino para encontrar las causas y soluciones al problema.
Afrontar este tipo de situaciones en pareja también representa una gran desafío. “Muchas veces el hombre no sabe explicar lo que le está pasando” y del otro lado se encuentra con alguien que por el contrario puede ser mucho más locuaz y con capacidad para el manejo de sus emociones.
En el caso de las parejas heterosexuales, “la mujer es muy florida en su lenguaje y sus palabras” y el hombre puede sólo decir “estoy preocupado”. Estos son escenarios que podrían desencadenar nuevos problemas en la pareja.
“Si la otra persona también tiene sus asuntos de miedos, inseguridades o baja autoestima y se lo toma personal, se convierte en un desorden emocional la situación”, explicó Marques.
LOS QUÍMICOS DE LA SEXUALIDAD
Cuando se piensa en sexo es fácil que la mente vuele directo a los genitales, sin pasar si quiera por la posibilidad de que el cerebro es el maestro de la orquesta que toca en la cama.
Todo el desempeño sexual depende de un buen equilibrio mental. Si se está atravesando por un episodio de estrés, o si por una disfunción sexual se comienzan a percibir los encuentros íntimos como algo amenazante el cerebro genera mayores niveles de cortisol, la hormona del estrés.
“El cortisol tumba la erección, porque el sistema cardiovascular necesita bombear más sangre al corazón. El cerebro interpreta que la persona está en peligro, no en una situación de placer. Cuando el organismo interpreta que se está en una situación de placer, entonces el sistema envía oxitocina, serotonina y dopamina a todo el cuerpo, incluyendo el aparato genital para funcionar”, explicó Marques.
Apostar por rutinas diferentes a la hora del sexo es parte de las soluciones a este tipo de disfunciones.
Abonar el terreno con besos y caricias en todo el cuerpo, dejando para el final los genitales, es la principal recomendación de Marques. “No en vano culturas tan antiguas como las orientales han creado el sexo tántrico, la penetración sin erección”, comentó.
Trabajar en los sistemas de creencias sobre la sexualidad y las expectativas en la cama también ayudará a reducir el estrés y la ansiedad que una mala - y también normal- experiencia sexual pueden causar sin dejar que avance a problemas mayores.
Este tipo de patrones ha calado en la mente de hombres y mujeres creando estándares que algunas veces no coinciden con la realidad, empujando a las personas -y en ocasiones a sus parejas- al abismo de la inconformidad y la frustración.
“Es triste que por tantas décadas, a hombres y mujeres, nos siga acompañando este fantasma de películas irreales que no aportan nada a la vida sana, ni a nada sano que tenga que ver con la sexualidad”, aseveró en diálogo con Infobae la doctora Jenny Marques, integrante de la Junta Norteamericana de Sexología.
De acuerdo con el Estudio Internacional de Autoestima, Placer y Sexualidad realizado por la especialista, casi el 65% de los hombres piensa en el tamaño de su pene y su rendimiento sexual a la hora de tener un encuentro íntimo, lo cual puede convertirse en una fuente de estrés en la cama.
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