América Latina enfrenta un aumento de las enfermedades transmitidas por mosquitos, especialmente el dengue y el chikungunya, y a pesar de los esfuerzos de Gobiernos y organizaciones sanitarias para prevenirlas y controlarlas, los casos se multiplican por la crisis climática y los debilitados sistemas sanitarios tras la pandemia.

El principal vector para la transmisión de estas enfermedades es el mosquito Aedes aegypti, un insecto presente en zonas tropicales y subtropicales del continente, responsable de la explosión de casos que se ha dado en las últimas cuatro décadas.

En la década de 1980 los sistemas de vigilancia reportaban en las Américas cerca de 1,5 millones de casos, “y en la última década (2010-2020) el continente registró más de trece millones de casos de dengue”, asegura en una entrevista con EFE José Luis San Martín, asesor regional de dengue en la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

SURAMÉRICA, LA MÁS AFECTADA

En Brasil, los números están disparados y hasta el 24 de abril se habían registrado 864.147 posibles casos de dengue (405 casos por cada 100.000 habitantes). En 2022, el país anotó una cifra histórica de 1.016 muertes por dengue, y en lo que va de este año ya se han reportado 291 muertes confirmadas y 326 más en investigación.

Situación similar viven países como Argentina, Colombia, Bolivia y Paraguay, donde se da un alto número de casos.

En Argentina, el Ministerio de Salud reportó hasta el 16 de abril 56.324 casos de dengue confirmados y 39 fallecidos notificados al Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud.

En Colombia, según el último boletín epidemiológico del Instituto Nacional de Salud (INS), en lo que va de año ya han sido contabilizados más de 28.000 casos de dengue, y la enfermedad está presente en los 32 departamentos del país.

Por su parte, Bolivia acumula 69 fallecidos por dengue y 20.998 casos de esa enfermedad, la mayoría de ellos (13.952) en la región oriental de Santa Cruz, según el último reporte del Ministerio de Salud.

Entretanto, Paraguay enfrenta una epidemia de chikungunya, con 72.022 diagnósticos confirmados, superando a Argentina (1.278 casos), Bolivia (593 casos) y Colombia (15 casos). En cuanto al dengue, solo se tiene consyancia de 2.245 casos a fecha 15 de abril.

Para el asesor de la OPS, el incremento de casos en estos países obedece a la característica «estacionaria que tienen estas enfermedades”, y no se descarta que las cifras sigan creciendo después de mitad año, ya que los patrones climáticos extremos pueden influir en la propagación y la incidencia de la enfermedad.

LA SITUACIÓN EN CENTROAMÉRICA

En contraste, Centroamérica no tiene de momento preocupaciones por la incidencia del dengue y el chikungunya.

En el caso del dengue, se registran al menos 974 casos confirmados en Costa Rica, 1.278 en Panamá, 1.848 en Guatemala y 2.803 en Honduras, mientras que en Nicaragua no hay datos sobre este año.

En El Salvador hay 1.039 casos sospechosos de la enfermedad y diez confirmados, de acuerdo con los datos oficiales.

En cuanto al chikungunya, se han confirmado sólo cuatro casos en Costa Rica, cinco en Guatemala, siete en Panamá y diez en El Salvador. En Nicaragua no hay información al respecto, mientras que en Honduras no se ha registrado ningún afectado por esta enfermedad en lo que va de año.

El único país donde se han propducido muertes por dengue es en Guatemala (tres), mientras que no hay decesos por chikunguña en la región.

LUCHA DEBILITADA POR LA PANDEMIA

A medida que los sistemas de salud se enfocaban en la respuesta a la pandemia de la covid-19, los recursos destinados a la prevención, el monitoreo y el tratamiento de estas enfermedades se vieron reducidos en muchos países de la región.

Pese a las restricciones, no se paró la transmisión del dengue y chikunguña en el periodo pandémico, aun así “los sistemas sanitarios en la región lograron registrar más de dos millones de casos”, apunta el vocero de la OMS.

Además, las medidas de distanciamiento social y el cierre de espacios en muchos países como respuesta a la pandemia limitaron la capacidad de las comunidades para participar en las actividades de prevención del dengue y el chikunguña, como la eliminación de criaderos de mosquitos.

Finalmente, y pese al impacto negativo que le imprimió la pandemia a los sistemas sanitarios, la OPS implementó estrategias para capacitar al personal médico en la lucha contra estas enfermedades.

Y en Colombia, la Cruz Roja entrega material didáctico que invita a la población a utilizar los sentidos para prevenirlas.

«Activar nuestros sentidos nos permite estar conscientes de nuestro entorno para prevenir la proliferación de los mosquitos y reducir el riesgo de contraer enfermedades transmitidas por ellos», recomienda la presidenta de la Cruz Roja Colombiana, Judith Carvajal de Álvarez.