A un veterano entrenador que llevaba 23 meses trabajando a un prospecto que le habían llevado, del que se ganaría el 20% del preacuerdo por US$1.5 millones que había gestionado, le llamó la atención la conducta que comenzó a presentar una vez supo del "amarre" con el club del Big Show.

"Ya no quería entrenarse en el sol (solo en el túnel), protestaba con frecuencia, pasó de ser un muchacho que ni hablaba a presentar un comportamiento que no parecía del niño de 16 años que decía su acta", dice el técnico, que dice haber pagado US$20 mil para reclutarlo.

Comenzó a sospechar de la edad y empezó a investigar por su cuenta. Se dirigió a la escuela donde estudió y en el archivo, tras amenazar con someter a la justicia, confirmó su temor. Su nombre y apellido eran haitiano; en el centro educativo habían dos registros y en el original, el más usado, aparecía con tres años mayor. Tenía 19 años y no 16 para firmar el pasado 15 de enero.

La familia del joven ya había tomado un adelanto de RD$500 mil a un prestamista, para ser pagado cuando cobrara el bono. Pero esa deuda queda en el aire, así como los US$300 mil que el entrenador se ganaría si el reclutamiento se producía. También el trabajo, los viajes, la alimentación, utilería que requirió tenerlo en sus instalaciones por casi dos años.

La experiencia

José Daniel Ozuna, primo del toletero Marcell y del exjugador Pablo, ha hecho un nombre propio como JD Ozuna en casi tres lustros desarrollando prospectos. Un éxito tan acentuado que suyos son receptores de bonos tan grandes como Robert Puasón (US$5,1 millones) y Felnin Celesten (US$4,7 MM)... y contratos de siete dígitos para Japón con adolescentes dominicanos.

Pero, si bien entró al negocio (2010) cuando ya la MLB parecía haberse amurallado ante las falsificaciones de identidad, cada vez que a su programa llega un talento nuevo llama a su equipo legal y encarga una investigación, alguna de las cuales les han tomado meses y cientos de miles de pesos para evitar la pesadilla que afrontan decenas de colegas afectados por la más reciente ola de falsificaciones.

"Construir un nombre toma años, destruirlo segundos. Si un equipo descubre que un jugador mío estaba adulterado me habré ganado el dinero, pero habré perdido la confianza y eso se expande rápido en la industria, además de que no fui formado con esos valores", dice Ozuna.

Decenas de preacuerdos que estaba cerrados con prospectos de las clases 2023 y hasta 2026 han sido anulados en los últimos meses al comprobarse que la edad de los jugadores había sido adulterada.

Una cadena de engaños que en este caso ha afectado a los entrenadores y no a los equipos de la MLB, puesto que el escándalo ha estallado antes de las firmas.

Ozuna se ha protegido legalmente y en los contratos que suscribe con los adolescentes cuando llegan a su academia, en Guerra, se establece que en caso de alguna alteración de documentos puede emprender acciones legales.